Con heroica grandeza el sabio griego
cantó de aquel astuto peregrino,
el luengo discurrir, cuyo camino
tuvo por fin de Ítaca el sosiego.
Y del ilustre dárdano que el ruego
de Elisa desdeño y a Italia vino,
los varios casos resonó el latino,
plectro que celebró de Troya el fuego.
De el uno y otro a la sublime gloria
un peregrino en su fortuna aspira,
por la voz dulce y cortesano aviso
Del culto Lope, que en su nueva historia
tales sucesos canta con la lira
del peregrino que lo fue en Anfriso.
Juan de Arguijo
Se encuadraría dentro de la corriente clasicista, opuesta al culteranismo (cuya finalidad era impresionar y confundir con lo laberíntico, sensorial y disperso de la expresión, aplicándose al género lírico y al verso) tan en voga por sus cohetáneos a cuyo frente se encontraba Luis de Góngora. Dicha estética clasicista, apoyada en la erudición arqueológica, aparece hoy día en los criterios actuales como fría y culta, si bien goza de gran perfección y equilibrio que lucen su virtud en sonetos perfectos.
Su gran obra está centrada en temas mitológicos que serán los más numerosos, aunque también comprondrá sobre tema moral e históricos con el habitual desengaño y melancolía barroca, como: A Baco, A Troya, etc, y que por alejarme de mi abducción al mundo clásico no colocaré por aquí, a modo de no ser increiblemente aburrida. Su figura será reivindicada en el Neoclasicismo.
De su amistad con el gran Felix de los ingenios, nacerá este soneto y otras tantas conversariones epistolares con este y otros escritores barrocos. Y para muestra la respuesta de Lope:
[A Don Juan de Urquijo]
¿A quién mis escarmientos?
para su centro elijo;
clarísimo Museo,
corre el Betis undoso,
Esto os doy, aunque veo
la voz postrera a vuestro nombre ofrezco.
por ver si el laurel verde hallo en las armas, que en amor se pierde.
Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635) es uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno de los más prolíficos autores de la literatura universal. Llamado Monstruo de la Naturaleza (por Miguel de Cervantes), renovó las fórmulas del teatro español en un momento en que el teatro comienza a ser un fenómeno cultural y de masas.
Máximo exponente, junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, del teatro barroco español, sus obras siguen representándose en la actualidad y constituyen una de las más altas cotas alcanzadas en la literatura y las artes españolas. Fue también uno de los grandes líricos de la lengua castellana, se le atribuyen 3.000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cartas, 9 epopeyas 3 poemas didácticos y varios centenares de comedias. Amigo de Quevedo y de Juan de Ruiz de Alarcón, enemistado con Góngora (así Lope y Urquijo compartian enemistad con este) y envidiado por Cervantes, su vida fue tan extensa como su obra.
La historia quiere que uno de los mayores periódos culturales y artísticos dentro de la historia de España, se encuadrara dentro del decaimiento político, social y económico en el marco de lo que fue un día el imperio español, donde nunca se ocultaba el Sol.