muchacha en la ventana

"Lo que sé, lo puede saber cualquiera, pero lo que siente mi corazón solo lo conozco yo" Goethe

viernes, 5 de junio de 2009

El abrazo de Vergara



En pleno siglo XIX, la historia española nos ofrece esta imagen: el Convenio o abrazo de Vergara. Este es el momento que sella la paz entre ambos bandos enfrentados en guerra.

Entorno a 1833, muere el rey Fernando VII, el Deseado (un término que merece la pena analizar, en otro momento) sin descendente varón; anteriormente se había encargado de modificar la Ley Sálica en favor de su hija Isabel (la próxima Isabel II). Claro está que esta discurtancia no se iba a permitir por parte de su hermano del rey, Carlos.

Tenemos dos bandos, que entran en conflicto, la primera Guerra Carlista entre 1833-1840:
- En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del ejército, la Iglesia y el estado, y a ellos se unieron los liberales, que vieron en la defensa de los derechos dinásticos de la niña Isabel la posibilidad del triunfo de sus ideales.
- En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución liberal: pequeños nobles rurales, parte del bajo clero y muchos campesinos de determinadas zonas del país, muy influenciados por los sermones de sus párrocos y para los que el liberalismo venía a suponer simplemente un aumento de impuestos..

Todos estos grupos identificaron sus intereses con la defensa de los derechos al trono de Carlos y los ideales que el pretendiente defendía, el absolutismo y el inmovilismo absoluto.

Dos bandos, finalmente tras la lucha armada, el sitio de Bilbao, la muerte de Zumalacárregui (general carlista), la guerra concluye con el Abrazo de Vergara (1839). En la imagen, grabado del momento, vemos al general Espartero y Maroto, sellando la paz, donde algunas de las promesas fueron respetas los fueros vascos-navarros.

Un abrazo de lo más histórico, (y como sabéis se volverían a repetir el conflicto entre ambos bandos) un acuerdo de paz entre generales para poner paz a la guerra.

1 comentario:

"El sabio puede cambiar de opinion. El necio nunca", Kant