Guerrero a los pies de su caballo, así se titula esta imagen, perteneciente a las muchas encontradas en Cerrillo Blanco, en Porcuna (Jaén) entorno a 1975-1978.
Se han datado entorno al 400 a. C. y es el número más importante de piezas que se ha encontrado. Parece ser que fueron mutiladas y enterradas todas juntas.
Están esculpidas en una arenisca blanca, de grano muy fino, conocida en la región como piedra de Santiago, por proceder de las canteras próximas a Santiago de Calatrava. Es un soporte perfecto para una talla de calidad, tanto para el primor de los detalles como para obtener volúmenes y formas complejas, y epidermis de apariencia y tacto muy agradables.
Son en general figuras menores que el natural, que representan guerreros -aislados o en grupos-, personajes de ambos sexos con trajes ceremoniales y atributos o complementos diversos, un individuo que lucha con un grifo, una divinidad literalmente envuelta por los cuerpos de dos cabras; animales diversos -leones, toros, una esfinge, un águila-; también composiciones en altorrelieve, como la de dos hombres batiéndose o la de un cazador con su perro y una liebre cobrada en la mano.
Hoy día, dichas piezas, han sido tratadas y recuperadas por el Instituto Andaluz de Patrimonio. Tras su recuperación, se inició una exposición que paseó dichas obras de arte por tierras españolas bajo el título "Íberos. Príncipes, guerreros y artesanos" hasta que se detuvo en tierras jienenses y se encuentra albergada en el Museo Arqueológico de la ciudad.
En una linea colateral del tiempo, estas esculturas son cohetáneas a las esculturas helenísticas griegas, etruscos en tierra italiana, olmecas en Americana, etc. Diferenciándose a su vez de cualquier características de similitud con sus vecinas, el carácter de particularidad, la técnica y la belleza de las piezas, hacen que sean verdaderas obras de arte, que sorprenden profundamente al espectador acostumbrado visualmente a otras cosas y que dan muestra de la grandeza de la cultura íbera.
Se han datado entorno al 400 a. C. y es el número más importante de piezas que se ha encontrado. Parece ser que fueron mutiladas y enterradas todas juntas.
Están esculpidas en una arenisca blanca, de grano muy fino, conocida en la región como piedra de Santiago, por proceder de las canteras próximas a Santiago de Calatrava. Es un soporte perfecto para una talla de calidad, tanto para el primor de los detalles como para obtener volúmenes y formas complejas, y epidermis de apariencia y tacto muy agradables.
Son en general figuras menores que el natural, que representan guerreros -aislados o en grupos-, personajes de ambos sexos con trajes ceremoniales y atributos o complementos diversos, un individuo que lucha con un grifo, una divinidad literalmente envuelta por los cuerpos de dos cabras; animales diversos -leones, toros, una esfinge, un águila-; también composiciones en altorrelieve, como la de dos hombres batiéndose o la de un cazador con su perro y una liebre cobrada en la mano.
Hoy día, dichas piezas, han sido tratadas y recuperadas por el Instituto Andaluz de Patrimonio. Tras su recuperación, se inició una exposición que paseó dichas obras de arte por tierras españolas bajo el título "Íberos. Príncipes, guerreros y artesanos" hasta que se detuvo en tierras jienenses y se encuentra albergada en el Museo Arqueológico de la ciudad.
En una linea colateral del tiempo, estas esculturas son cohetáneas a las esculturas helenísticas griegas, etruscos en tierra italiana, olmecas en Americana, etc. Diferenciándose a su vez de cualquier características de similitud con sus vecinas, el carácter de particularidad, la técnica y la belleza de las piezas, hacen que sean verdaderas obras de arte, que sorprenden profundamente al espectador acostumbrado visualmente a otras cosas y que dan muestra de la grandeza de la cultura íbera.
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