muchacha en la ventana

"Lo que sé, lo puede saber cualquiera, pero lo que siente mi corazón solo lo conozco yo" Goethe

martes, 12 de mayo de 2009

Peggy Guggenheim (1898-1979)

Margarita Guggenheim, Peggy, hija de Benjamin Guggenheim, acaudalado hombre de negocios (que murió a bordo del Titanic) y Florette Seligman. Al estilo de su tío Solomon Guggenheim (el que hizo construir a Frank Lloid Wright en 1959, con una disposición circular iniciando la visita desde el piso superior), fue coleccionista y fundadora de un Museo de Arte Contemporáneo.


Su periplo se inicia en 1922 cuando sale de América, incómoda con el lujo que la rodeaba y su papel de joven acomodada, contrajo matrimonio con Lawrence Vail, y más tarde se trasladó a París, donde entró en contacto con los círculos artísticos e intelectuales del momento. En 1941, tras el fracaso de su matrimonio, se unió al pintor Max Ernst, de quien se divorció en 1946.

Desde el punto de vista artística, y durante su estancia en París, invirtió en arte cubista, surrealista y abstracto, tras adoptar el compromiso de "comprar una obra cada día". En 1938, asesorada por Duchamp, abrió la galería Guggenheim Jeune, en Londres, y en 1942 la Arts of This Century, en Nueva York, donde inauguró su carrera Pollock y surgió el expresionismo abstracto.

Al término de la Segunda Guerra Mundial se instaló en Venecia, convirtiendo en Museo su palacio del Gran Canal,
en la que se encontraban obras de Jackson Pollock, Robert Motherwell, Mark Rothko y Hans Hofmann, entre muchos otros. En unas declaraciones: "el arte del siglo XX ya había producido todos sus genios, por lo que se entraba en una época de colecionismo, no de creación. Confío -concluía- en que por lo menos conservemos y mostremos a las masas todos los grandes tesoros que poseemos".

En un volumen con sus memorias, en el que se incluían escritos ya publicados, apareció póstumamente (1980) bajo el título de "Confesiones de una adicta al arte".

Anécdota entre Peggy y Calder, extraída de su libro:
"En el invierno de 1946 pedí a Alexander que me hiciera un cabecero de cama, pues me parecía que sería un cambio de lo más refrescante con respecto a los antiguos de latón de nuestras abuelas. Un día me lo encontré en una fiesta y le pregunté: "Sandy, ¿por qué no me has hecho el cabecero?" Al oír esta extraña pregunta, Louisa, su preciosa mujer, aguzó las orejas y rogó a Sandy que se pusiera manos a la obra. A causa de la guerra, el único material disponible era la plata, que costaba más que todas las obras que había hecho Sandy con ella. No era mobile, salvo por el hecho de que tenía un pez y una mariposa que se balanceaban en el aire al fondo, lo que lo hacía parecer un paisaje submarino de plantas y flores. No sólo soy la única mujer del mundo que duerme en una cama de Calder, sino también la única que lleva sus enormes pendientes mobiles".



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Enlace de interés: http://zoevaldes.net/2008/08/27/las-locuras-de-peggy-guggenheim/

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